El sentido común nos dice que durante el invierno debemos estar atentos al informe meteorológico para que no nos sorprenda la lluvia sin la ropa adecuada y el paraguas. Si no estamos preparados, obviamente podemos mojarnos. En un escenario ideal, las empresas también toman todos los resguardos financieros necesarios para no ser sorprendidas por una crisis que ponga en riesgo, no sólo el cumplimiento de sus obligaciones, sino también la sobrevivencia misma del negocio.
Lamentablemente la realidad de muchas micro, pequeñas y medianas empresas -que reúnen el 98% de la capacidad laboral del país- demuestra que aún hay bastante improvisación en la gestión financiera. Las compañías no detectan dónde están sus debilidades hasta que un evento local o global -una crisis, cambios de mercado o tecnológicos- les revela amargamente que podrían haber evitado una debacle si hubieran estado «blindados».
En tiempos normales y de bonanza es cuando hay que prepararse apropiadamente para las crisis, pues cuando ésta llegó ya no hay tiempo. No hay que olvidar que la economía se mueve en ciclos de altos y bajos, de estabilidad y volatilidad. Expertos que han estudiado el tema destacan que las grandes crisis se producen aproximadamente cada 10 ó 12 años a nivel mundial y que ocurren cada vez en períodos más cortos.
Un guerrero sabio sabe que no puede esperar recibir un ataque para recién decir: «deberé diseñar y elaborar mi propia armadura» o «consigan un herrero que me dé una armadura resistente a todo». Ese momento ya pasó, y ahora él deberá estar todo el día en la trinchera, resistiendo los embates de sus enemigos y en los pocos momentos de descanso, soñar con el tiempo que perdió.
De manera análoga, las empresas deben estar blindadas financieramente para enfrentar sus desafíos. Para las empresas chilenas, su principal armadura es el capital de trabajo, ya que en general éstas no quiebran o pierden su batalla porque sus productos sean deficientes, sino por no saber ocupar de manera óptima su «flujo de caja».
La más reciente crisis internacional alertó que muchas Pymes en Chile aún no han tomado en serio que el manejo de este concepto es vital a la hora de planificar el desarrollo del crecimiento o decrecimiento, por razones propias o externas. Un desfase de flujo de caja puede hacer que una gran idea, un tremendo esfuerzo innovador o años de esfuerzo familiar empresarial, desaparezcan por la falta de un blindaje financiero apropiado.